EL CUCACUY

EL CUCACUY

El cucacuy fue un hombre que vivió sin bautizar, nunca se caso, ni tuvo familia, no le gustaba el trabajo y quiso volverse rico rápidamente, por lo que hizo un pacto con el diablo, el hombre murió muy viejo y no pudo entrar al reino de los cielos por su maldad y por la falta de bautismo; por lo que su alma en pena quedo vagando por el mundo para siempre, este hombre de muy avanzada edad, larguirucho (alto y delgado), con barba abundante, larga y cana, su cuerpo era muy peludo, permanecía y deambulaba desnudo por la región, se transportaba o movía por los caminos y veredas montado sobre una macana larga y gruesa, cargando en su mano izquierda, un bordón con una punta de hierro, en cuyo extremo pendía un calabazo grande que usaba para introducir mujeres jóvenes que se llevaba y del que sacaba demonios para asustar a los hombres, en su dedo pulgar de la mano derecha tenía una uña muy larga con un orificio por el que silbaba.

El cucacuy en noches de luna llena o menguante buscaba las casas en donde habitaban mujeres jóvenes y vírgenes, luego acechaba por varios días hasta que estuvieran solas para entrar a la habitación y llevárselas para siempre dentro de su gran calabazo.
El silbido del cucacuy era muy particular; su sonido era muy largo y muy agudo, usado para despistar a los humanos, por que cuando se escuchaba muy lejos y de manera casi imperceptible al oído humano, significaba que el cucacuy estaba muy cerca, mientras que si el sonido era muy fuerte y agudo, este se encontraba a larga distancia.

En el invierno, y en las noches frías, el cucacuy buscaba las enramadas en donde estaban moliendo caña, y se refugiaba dentro de la hornilla; allí podía permanecer por varios días y los trabajadores debían poner más leña al fuego debido a que su cuerpo se robaba el calor y la hornilla no alcanzaba la temperatura necesaria para el proceso adecuado de la miel y la panela, entonces cuando el cucacuy estaba presente en la enramada y dentro de la hornilla, el punto de miel y panela no se lograba fácilmente.
Así mismo cuando llegaba a una casa a acechar a una doncella, el cucacuy permanecía escondido dentro de la hornilla hasta que la joven mujer quedara sola para luego entrar a su habitación y llevársela.
Las historias de cucacuy eran muy diversas, casi siempre contadas por mujeres, que le tenían mucho miedo, entonces no podía dejarse una doncella sola en la casa, ya que podía correr peligro de ser llevada por el cucacuy; en las familias en donde habían muchas mujeres, estas debían estar siempre juntas ya que el cucacuy no se acercaba a ellas si estaban acompañadas.
De ahí que una mujer no va sola al baño, la costumbre quedo para siempre dentro del género femenino. Tambien se supo años después que por miedo a ser llevadas por el cucacuy, a partir de esa época, todas las doncellas perdieron la virginidad, y solo quedaron dos vírgenes la de la anexa y la de la laguna del morro, pero estas no se las podía llevar por que siempre estaban acompañadas de feligreses.
En una ocasión se daba inicio a una molienda en una finca por el lado de Buenos Aires y cuando el hornero fue a cargar la hornilla con la leña, escucho como un hombre “CARRAQUEABA DE FRIO” (vibrar la quijada por efecto del frio), este hornero quedo allí como anestesiado por el susto, ya que encontró al cucacuy durmiendo dentro de la hornilla, los compañeros de trabajo lo buscaron y lo encontraron sumido en un sueño muy profundo que duro tres días. Cuando despertó no pudo hablar más quedando para siempre turuleto y mudo.
Resulta que el cucacuy estaba acechando a una doncella de esa finca; y como estaba escondido dentro de la hornilla que no había sido prendida, tenía mucho frio, luego cuando se intento prender el fuego se demoraron dos días ya que toda la leña seca, que junto con el bagazo que se usa como combustible, no encendía porque el cucacuy la dejaba muy húmeda y fría.

Al advertir la presencia del cucacuy y para resolver el impase, la mamá y las 4 hijas que vivían en la finca debieron salir hacia otro lugar en horas de la mañana, acompañadas de otras personas y rezando el rosario, mientras los obreros, además de rezar, prepararon fuego externo usando como combustible la casa de las termitas de madera y mucha leña seca, que rociaban con manteca de ganado para avivarlo, ya con el fuego bien definido, lo llevaban con palas y lo disponían dentro de la hornilla. Esta labor se hacía solo de día ya que en la noche era peligroso encontrarse con el cucacuy y quedar como su compañero turuleto y mudo.
En horas de la noche cuando el cucacuy se dio cuenta de que no habían doncellas disponibles se retiro para otro lugar, silbando por su uña hueca y alejándose lentamente; los obreros sintieron como se les engrosaba la lengua, mientras un viento frío y penetrante pasaba sobre ellos cada vez que se escuchaba el silbido que salia cuando el cucacuy soplaba aire a travéz de la uña larga y hueca de su dedo pulgar.

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